No todo es cierre: las historias de reconversión de cinco bares culturales de Rosario

Nuevos proyectos le cambiaron la cara a cinco espacios culturales e históricos de la ciudad en momentos donde peligraba su estadía. Transformación en lugar de derrumbe

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En años donde la ciudad fue testigo del cierre de una decena de bares culturales, hubo por lo menos cinco de ellos que en momento críticos donde se avecinaba su final volvieron a resurgir de la mano de nuevos proyectos. Algunos ya asentados, otros en vías de desarrollarse, pero todos aportando una solución a lo que parecía para estos mismos un destino inexorable: derrumbe y edificación.

Y es que el crecimiento edilicio impulsado por constructoras e inversores privados, supo terminar con espacios emblemáticos de la ciudad. Este es el caso del boliche Luna de Tucumán 971 y el bar La Chamuyera en Corrientes 1380, los cuales fueron demolidos luego de su cierre para dar lugar a la construcción de edificios. Otros, por su parte, aguardan a puertas cerradas y con tapiales frente a sus fachadas esperando a que se defina cuál será su futuro.

Vale destacar que la mayoría supo pelear en su momento por una ordenanza que reconociera y regulara la actividad cultural que realizaban puertas para adentro. Y es que la ausencia de este marco normativo provocaba reiteradas clausuras por parte de la Municipalidad que debían ser afrontadas con el pago de costosas multas. Esto, sumado a un contexto económico difícil, se convirtió en un combo letal para una gran cantidad de espacios.

Así, se fue formando la nómina de lugares que pasaron al recuerdo de los rosarinos en los últimos años. Pero no fue el caso de todos y es por esto que, desde Ecos365, decidimos recopilar la historia detrás de cinco bares culturales e históricos de la ciudad a los que se les encontró la vuelta para evitar su cierre y lograr que sus instalaciones pasen a albergar nuevas propuestas.

De Mano a Mano al D7

A fines del año 2012, el partido que comenzaba a nacer bajo el nombre de Ciudad Futura tomó una decisión arriesgada y que poco tenía que ver con los problemas que enfrentaban en ese entonces. En medio de órdenes de desalojo del Tambo que tenían en el barrio Nuevo Alberdi y acampes frente a la Municipalidad, se aventuraron a pensar un nuevo proyecto para salvar al bar cultural Mano a Mano (Ov. Lagos 790), del que había trascendido su inminente cierre.

Hasta ese momento, Mano a Mano era un espacio gestionado por los socios Mariano y el Pelu, ambientando bajo una estética tanguera y donde se podía ir a comer y disfrutar de espectáculos en vivo. Pero ya en el 2012 no había el mismo ánimo de seguir sosteniendo el proyecto en conjunto y los rumores de que se avecinaba su final comenzaron a hacerse sentir entre artistas y público.

"Ellos habían administrado juntos el bar Sabina y ya para ese año, el Pelu estaba con ganas de concluir la etapa Mano a Mano, mientras que Mariano quería seguir pero sabiendo que solo no podía. Ambos eran cercanos a Giros, nuestra organización en ese momento, y empezamos a ver la forma de poder hacer algo en el lugar", contó Juan Monteverde, referente y actual concejal de Ciudad Futura, a Ecos365.

Las primeras obras de remodelación en el Distrito 7. Cortesía: Ciudad Futura.
 

Así fue como tomaron la decisión de reflotar un proyecto en el que venían trabajando desde hacía tiempo: el Distrito 7. "La ciudad tenía seis distritos y pensábamos que faltaba uno que pudiera nuclear los distintos sucesos que pasaban en Rosario, dándole un lugar importante a la cultura. Nos lanzamos a algo que en esos años parecía una locura", reflexionó Monteverde.

Con solo $30 mil de inversión inicial, Giros (agrupación donde militaba Monteverde por esos años y que luego se transformaría en Ciudad Futura), comenzó a hacer las primeras remodelaciones en el espacio, que incluyeron la pintura y carteles estilo línea de subte para decorar sus paredes. Su estética fue virando del tango hacia una reivindicación de lo latinoamericano, incluyendo también imágenes de líderes populares de la región. Sin embargo, el gran salto de calidad para poner el espacio a punto se dio en 2014.

"A Mariano una agencia le regala dos pasajes para ir a Cuba a los actos del 1ero de Mayo, entonces él decide ceder esos dos pasajes y la estadía en una rifa para juntar plata y hacer el gran fondo para terminar de reconvertir a Mano a Mano en el D7. Me acuerdo que salía $500 y con su venta pudimos afrontar la compra de aires acondicionados, mejorar la cocina, entre otras obras para que empezara a funcionar mejor", explicó el concejal.

De pasar de abrir solo a la noche, el D7 comenzó a ofrecer almuerzos y otras actividades diurnas y a realizar otro tipo de obras para habilitar el piso de arriba, donde antiguamente se encontraban las plateas que ocupara el antiguo cine Gardel (luego recuperado por los socios de Mano a Mano).

El Distrito 7 por dentro.
 

Hoy es uno de los pocos bares culturales que supo resistir el paso de los años, aunque no sin aggiornarse a los cambios normativos que le fueron solicitados desde la Municipalidad, como lo fue la instalación de un detector de metales y seguridad en la puerta, además de cuestiones ligadas a su acustización para evitar problemas con los vecinos.

"Trabajamos en hacer sentir cómodos a los artistas, con el famoso 70%/30% que es el porcentaje que se llevan cuando vienen a dar shows al D7. También en que muchos compañeros de militancia pudieran encontrar en este lugar un trabajo. Distrito 7 demostró que un movimiento social no solamente puede gestionar un espacio cultural sino que puede hacerlo con parámetros de calidad igual o mejor que el mercado", reflexionó Monteverde.

Un nuevo comienzo para el bar Olimpo

Basta con dirigirse al punto donde se unen las calles Mendoza y Corrientes para encontrarse con la fachada de un famoso bar que representó un reducto de la cultura local y la movida groove de Rosario: «Olimpo». Desde su apertura en 2010 hasta su cierre en 2017, el "Restobar y Concert" (como les gustaba definirlo a sus propietarios) funcionaba como un espacio que recibía continuamente a artistas de la ciudad y de otras regiones.

Para aquellas personas que buscaban una propuesta alternativa, alejada de los boliches y más volcada hacia lo cultural, "Olimpo", era uno de los principales puntos de encuentro y donde, además de espectáculos en vivo, uno podía tomar clases de baile, como tango y swing, o asistir a las ferias que se realizaban los viernes, en las que participaban artesanos y productores locales.

"Esto empezó cuando mis viejos alquilaron el lugar con la idea de que yo y mi tres hermanos pudiéramos trabajarlo juntos. Como ellos eran músicos teníamos contacto con diferentes artistas locales y así comenzamos a invitarlos y a ofrecerles un espacio para que pudieran tocar. No miento si digo que hay varios que dieron sus primeros pasos en el bar, que gestaron su música acá en el Olimpo", destacó Pablo Teglia, quien llevó adelante su administración junto a sus hermanos Sebastián, Tomás y Juan.

Shows en el bar Olimpo. Fotografía: Ana Isla.
 

Fueron siete años de ir armando una movida propia que encontró su techo en 2017. Ya el 2015 y el 2016 habían sido años difíciles para la cultura que se movía por fuera del circuito formal y álgidos en lo que refiere a la lucha por conseguir una figura legal que reconociera la actividad de bares como Olimpo. Agrupados en la organización Espacios Culturales Unidos de Rosario (ECUR), presentaron al Concejo el proyecto de ordenanza "Club Social y Cultural", pero pese a todos los intentos, no logró prosperar.

"Nos parecía absurdo que la Municipalidad nos exigiera adecuarnos a las mismas condiciones de lugares monumentales como un boliche. Sinceramente no queríamos adherirnos a ciertas lógicas que sentíamos que no representaban el espíritu del bar, como tener un patovica en la puerta. Yo creo que en esos año había intereses económicos y un lobby muy fuerte por trasladar la movida nocturna a barrios como Pichincha", sostuvo Teglia.

Cuando el bar enfrentó el 8 de marzo de 2017 una nueva clausura de 25 días por ruidos molestos, su continuidad se vio más amenazada que nunca. Un conflicto de larga data con vecinos hizo que la situación se volviese insostenible a causa de las continuas denuncias y posteriores inspecciones por parte de la Secretaría de Control y Convivencia. Después de tantas idas y vuelta, la dueña del inmueble ya no quería continuar con el alquiler.

Aunque en ese entonces sobrevolaba la idea de que sería derrumbado para la construcción de un edificio, Teglia explicó que una ordenanza municipal terminó salvándolo de este destino. La misma determina que al lado de una iglesia no se puede hacer ninguna edificación que sobrepase los tres pisos, por lo que una construcción vertical era imposible en la mítica esquina.

Esquina del bar Olimpo.
 

Finalmente, el 15 de septiembre de ese mismo año trascendió que el gremio Luz y Fuerza tomaba posesión del inmueble para levantar su nueva sede y preservar su valor patrimonial. Desde un primer momento comunicaron que no realizarían allí actividades lucrativas sino que apuntaba a llevar adelante una agenda más social.

Casi dos años después, el 8 de Octubre de 2019, el gremio cedió el espacio a la radio LT3 para que pudiera continuar con sus actividades luego de quedarse sin un lugar propio para operar. Este gesto le valió a la emisora la posibilidad de preservar las fuentes laborales que en ese entonces peligraban y la continuidad de su programación.

"Nosotros estuvimos en el Olimpo siete años, nos hubiera gustado continuar pero la coyuntura nos llevó hacia otros lugares. Igualmente seguimos vinculados con la movida artística y ahora estamos queriendo levantar una sala de ensayos en zona sur, en el barrio El Saladillo de donde somos. La idea es poder trasladar la movida cultural también hacia este lado y que no quede todo concentrado en el centro", sostuvo Teglia.

Pichincha con nueva casa

La tradicional milonga El Levante también encontró nuevo destino en el 2018, cuando un grupo de socios, dueños de la productora musical Agua de Río, alquilaron el inmueble de calle Ricchieri 120 para montar allí un nuevo bar con bandas en vivo. Así, a finales de ese año abrió sus puertas Casa Brava, con una propuesta que además de espectáculos, incluía trasnoche con DJs, más almuerzos y cenas en el local.

"De ir a tomar algo al bar de enfrente, Bon Scott, y cruzarnos a El Levante fue que conocí la propiedad y me enamoré", confesó Joaquín Arce, titular de Casa Brava a Ecos365. Desde ese entonces, mantuvo reiteradas conversaciones con su dueño para manifestarle la intención de alquilar el lugar y poder abrir una nueva propuesta que continuara la impronta cultural. Si bien no tuvo suerte un día le llegó la noticia de que el lugar cerraba sus puertas y todo cambió.

Fachada de la antigua milonga El Levante.
 

"Fui a hablar con él nuevamente, le conté sobre lo que quería hacer con Casa Brava y le interesó. Básicamente no quería que terminara transformándose en otra cervecería artesanal que era el auge del momento. Así comenzamos la obra que implicó muchos cambios, pasar del escenario que tenía forma de L a uno horizontal, tapar un patio que había, además de hacer toda una acustización importante en las paredes y cambiar de sitio las barras", explicó Arce.

Al dirigir una productora musical, contó que el trabajo con las bandas fue para él y sus socios la parte más sencilla y al mismo tiempo una de las principales motivaciones para levantar un espacio de este tipo. En este sentido, explicó que lugares como el Olimpo y La Chamuyera le sirvieron de inspiración a la hora de idear Casa Brava, pero que siempre buscaron generar un diferencial por el lado de la gastronomía y la atención al público, con opciones de comida variadas y por fuera de las minutas y con buena coctelería, más sidra y cerveza tirada.

"Nosotros queríamos abrir un bar de música, un lugar donde la gente pudiera ir, comer bien y donde siempre hubiera un artista interviniendo el escenario, por eso la idea de que las personas pasen gratis, porque en un bar uno no paga entrada. Para nosotros siempre fue fundamental que el artista y el público estén bien tratados, sabíamos que si lográbamos eso iba a andar bien", indicó el titular de Casa Brava.

Casa Brava por dentro. Cortesía: Casa Brava.
 

Con una oferta ya asentada en el popular barrio Pichincha, Casa Brava, como muchos otros negocios, atravesó una profunda crisis durante la pandemia y fueron variadas las estrategias puestas en marcha para salir a flote y evitar el cierre. Arce destacó que lo principal fue mantener siempre el vínculo con el público.

"Optamos por sostener la esencia del lugar, sabíamos que la parte económica solamente podíamos sostenerla endeudándonos entonces lo que buscamos es mantener el contacto con los clientes. Por eso hicimos el juego de sortear los sillones y el cartel de Casa Brava e implementamos un delivery con el que llegamos a todos los barrios de Rosario. Al final la cosa nos salió bien", señaló Arce y agregó que se encuentran planeando la vuelta de la milonga El Levante con algunas noches especiales en el bar.

Otra chance para la esquina de Tucumán y Balcarce

En la esquina de Tucumán y Balcarce se encuentra la propiedad que albergó durante años al emblemático Bar del Mar. El mismo abrió sus puertas por primera vez en 1995 y supo atravesar diferentes etapas, renovándose con nuevas tendencias y estilos a lo largo de todos estos años. Ya en el último tiempo acercaba una oferta más ligada a la música electrónica, alojando a diferentes DJs y prestando sus instalaciones para la realización de fiestas.

Sin embargo, ya en la pandemia cerró sus puertas definitivamente y pese a las reiteradas ofertas que su dueño recibió por parte de constructoras que buscaban quedarse con el terreno para levantar una torre, la propiedad terminó siendo alquilada a Nicolás Giandoménico y Sergio Spagnolo, dueños de la productora "UNIDOS". El destino del lugar será un nuevo bar con propuesta de trasnoche, orientada a un público de entre 30 y 40 años.

"Nuestra idea era poder seguir manteniendo esta propiedad en pie por su valor histórico para la ciudad, por eso no quisimos tocarle la fachada y todas las remodelaciones fueron hechas en su interior. La Municipalidad acompañó nuestro proyecto porque entre tantos edificios le parecía importante tener una propuesta nocturna y que le diera vida al centro", señalaron los socios.

Esquina donde funcionó el Bar del Mar.
 

En lo que refiere a la trasnoche, habilitarán una pequeña pista para que las personas puedan bailar de forma relajada allí o al costado de sus mesas, haciendo alusión a que la idea no es llenar el lugar de gente, sino preservar un ambiente de bar. Según Spagnolo, la apertura será bajo la figura de restaurante con confitería bailable y destacó que cuentan con habilitación de cantina. Apuntan a inaugurarlo el próximo 20 de julio para el Día del amigo.

"Es un inmueble que viene pasando de generación en generación y que en sus inicios, según sabemos, funcionó como una ferretería. El dueño actual apostó a que la propiedad siguiera en pie y generando cosas, por eso confió en nosotros y nos la alquiló en lugar de venderla a una empresa a cambio de departamentos, así que vamos darle un valor agregado y reactivar la zona", señalaron.

¿Por qué no un museo popular?

Semanas atrás se conoció la noticia de que el mítico bar Berlín de la cortada Poeta Fabricio Simeoni 1128 cerraba sus puertas tras permanecer dos años sin actividad. Pocos días despues, una organización comunicó el nuevo proyecto con el que buscan llenar de vida nuevamente al local que, a lo largo de sus 26 años, ganó reconocimiento como reducto del under y la movida rockera local.

De la mano de Ciudad Futura, junto a la organización La Garganta Poderosa y el ex dueño de Berlín, Lulo Corradín, abrirá sus puertas en el espacio un nuevo museo dedicado a la figura del Che Guevara. El anuncio fue hecho el pasado viernes 24 de junio en la llamada Plaza Del Che (Mitre y Tucumán), a escasos metros del ex bar Berlín.

Según Monteverde, además del área histórica dedica al líder revolucionario, mantendrán el escenario para poder ofrecer también propuestas culturales que recuperen una parte de la agenda que mantuvo Berlín hasta su cierre. De esta forma, el proyecto contempla generar un multiespacio donde las actividades que se acerquen sean variadas y no solo puertas para adentro.

Cortada con el frente del ex bar Berlín. Alan Monzón/Rosario3.
 

"Teníamos una vieja idea con los amigos de La Poderosa que era armar un museo en honor a 'El Che' y Berlín nos pareció el lugar ideal porque está al lado de su Plaza y a pocas cuadras de la que fue su casa natal. Hablamos con Lulo y él estuvo de acuerdo y así fue como tomamos la decisión de encarar está iniciativa, con la idea de extenderla hacia afuera, generando también ferias en la cortada y otras movidas que puedan surgir", contó Monteverde.

Si bien señaló que todavía están en conversaciones con los actuales propietarios del inmueble para ultimar detalles, "confían en poder inaugurar aunque sea una parte hacia fin de año". En cuanto al museo, hizo hincapié en que buscarán que sea interactivo poniendo en valor recursos audiovisuales y sonoros en sintonía con las nuevas tendencias museológicas.

"Como dijimos durante la conferencia, hoy es un proyecto 100% autogestivo, como todos los proyectos de Ciudad Futura, así que le estamos buscando la vuelta a la cuestión económica para que, a medida que pase el tiempo, pueda sustentarse solo. Hay mucho interés, gente que ya se acercó a decir que tienen cosa del Che para donar al museo y también se sumaron los compañeros de la Multisectorial de Solidaridad con Cuba así que va a ser algo grande", concluyó el concejal.

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