Paladini y el golazo creativo: La mortadela que se llevó el Lápiz de Oro

La campaña "MORTADELAMORTADELA" demostró que hasta lo más simple puede generar un fenómeno si se le pone creatividad y corazón. Una estrategia ganadora que va camino a ser la mejor del año

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En el pulso constante del hacer empresario, donde la innovación y la conexión con la gente marcan el rumbo, de vez en cuando aparece una historia que te saca una sonrisa, de esas que te recuerdan que las ideas simples, bien ejecutadas, pueden ser un golazo. Y si esa historia viene de una empresa con raíces bien plantadas en nuestra tierra, como Paladini, la satisfacción es doble, una palmada en la espalda para el tejido productivo de nuestra región.

La noticia cayó como un mimo al alma en el ámbito del marketing y la publicidad argentina: Paladini, esa empresa que vemos desde siempre en las mesas de nuestras familias, se llevó el Lápiz de Oro de televisión de Editorial Dossier en marzo. El premio fue por un comercial que le da una vuelta de tuerca a un producto tan nuestro, tan de entrecasa, como la mortadela. Sí, leyó bien, la mortadela. El galardón, uno de los más codiciados del sector, reconoce la excelencia y la creatividad en la publicidad, y que una empresa con casi cien años de historia lo reciba por homenajear a uno de sus productos emblemáticos habla de una visión que sabe innovar sin perder de vista de dónde viene.

La pieza ganadora se llama "El amor del medio", y es la punta de lanza de una campaña integral más grande, bautizada con un nombre que ya de por sí te engancha, te genera curiosidad, te da ganas de saber más: "MORTADELAMORTADELA". La propuesta, bien criolla en su esencia, busca invitar a todos, a los de siempre y a los que todavía no se animaron, a redescubrir la mortadela. Pero no de cualquier forma, sino mostrando su versatilidad, las miles de maneras que hay de disfrutarla, en un sándwich rápido al mediodía, en una picada con amigos, o quién te dice, en alguna receta más elaborada que te sorprenda. Es como decir: che, este clásico todavía tiene mucho para dar, mirá todo lo que podés hacer con ella. Detrás de la idea de "El amor del medio" hay un concepto simple pero poderoso, uno de esos que te llegan directo al corazón porque te tocan una fibra sensible. Bajo el lema que es una verdad innegable, "Nunca pasa de moda", la publicidad juega con la idea de que hay cosas en la vida que perduran, como los afectos verdaderos, como los sabores que te transportan a la infancia. Y ahí, con una picardía bien nuestra, revelan un secreto a voces, algo que siempre estuvo ahí, delante de nuestras narices, pero que a lo mejor no habíamos visto con esa simpleza y esa ternura: cuando juntás dos fetas de mortadela, aparece algo único, algo especial, eso que ellos llaman "el amor del medio". Una metáfora linda que te habla de la conexión, de encontrar algo valioso en lo cotidiano, en lo simple.

Marcelo Díaz, el Gerente Comercial de Paladini, no ocultó su orgullo al hablar del premio. Con esa satisfacción de cuando las cosas salen bien, de cuando el esfuerzo rinde sus frutos, expresó, "Recibir nuevamente el Lápiz de Oro es un gran orgullo y celebramos este reconocimiento a nuestro comercial “El amor del medio”, una pieza que nos permitió alcanzar a diversas audiencias a través del humor y la emoción. Felicitamos a todo el equipo por el excelente trabajo en esta campaña integral y agradecemos a Editorial Dossier por este valioso premio". Sus palabras reflejan el sentir de un equipo que le puso cabeza y corazón a una idea, buscando llegar a la gente, generar algo más que un simple aviso, despertar un sentimiento, una memoria, una conexión. Es que en el fondo, de eso se trata el buen marketing, ¿viste? De entender qué mueve a la gente, qué les resuena, y encontrar la forma de contárselo de una manera que los atrape, que los haga parte. Y si encima le sumás una dosis de humor y un toque de emoción, tenés una fórmula que, como la buena mortadela, nunca pasa de moda.

El Lápiz de Oro, para ponerlo en perspectiva, no es un premio menor. Se entrega todos los meses y es el resultado del voto de un jurado de lujo, conformado por profesionales destacados de la industria publicitaria argentina. Son ellos los que, con ojo clínico, eligen los comerciales que se destacan, los que marcan la cancha, los que te hacen pensar, sentir o simplemente acordarte de la marca. Haberlo ganado en marzo le abre a Paladini una puerta grande: ahora van a competir por el Lápiz de Platino, la distinción mayor, la que premia a la campaña más sobresaliente de todo el año. Imaginate la expectativa que hay en Villa Gobernador Gálvez, en los pasillos de la planta, en cada uno de los más de 2.200 colaboradores que tiene la empresa. Es un reconocimiento al trabajo de todos, desde el que está en la producción hasta el que piensa la estrategia de marketing.

La campaña "MORTADELAMORTADELA" es un claro ejemplo de cómo una marca con una trayectoria gigante puede seguir siendo relevante en un mercado que cambia a un ritmo vertiginoso. No se quedaron quietos, no se confiaron en la historia. Salieron a jugar, a proponer, a dialogar con un público que quizás veía a la mortadela como un producto de "antes". Y lo hicieron con inteligencia y con un profundo conocimiento de su producto y de la cultura argentina. Apuntaron a las nuevas generaciones, que quizás no tienen la mortadela tan incorporada en su dieta diaria como sus padres o abuelos, pero también a esos consumidores habituales, para recordarles por qué la eligen, para darles nuevas ideas, para reforzar ese vínculo de confianza que Paladini construyó a lo largo de tantos años. Es una jugada maestra, que demuestra que hasta el producto más clásico puede tener una segunda (o tercera o cuarta) vida si le ponés creatividad y una buena estrategia detrás. Es un ejemplo de cómo una empresa arraigada en el interior del país puede competir de igual a igual con las grandes marcas, incluso las multinacionales, basándose en la calidad, la innovación y una comunicación que apele a lo nuestro.

Pensar en Paladini es pensar en una industria pujante, en una empresa que desde 1923, es decir, hace más de un siglo, está presente en la mesa de los argentinos. Su planta industrial en Villa Gobernador Gálvez es un gigante, con 46.000 m² de instalaciones en un predio de 50 hectáreas. Los números hablan por sí solos: anualmente procesan 31.000 toneladas de carne porcina y 10.000 toneladas de carne bovina. Y no es solo la planta, tienen criaderos propios en Villa Amelia, acá cerquita en Santa Fe, y en La Toma, San Luis. Todo eso te da la pauta de la escala del negocio, de la capacidad productiva. Pero no se quedan ahí, tienen una red de distribución que abarca todo el país, con nueve sucursales estratégicamente ubicadas en puntos clave como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Mar del Plata, Tucumán, Resistencia, Neuquén, Bahía Blanca y Santo Tomé. Esto les permite llegar con sus productos a cada rincón, asegurando una presencia constante y una logística eficiente. Esta vasta red y capacidad operativa no solo respaldan la distribución de productos, sino que también son el músculo necesario para sostener y amplificar el impacto de campañas de marketing a nivel nacional.

Y es esa estructura sólida la que les permite bancar campañas como esta, que no solo buscan vender más, sino también revalorizar un producto, generar conversación, meterse en el imaginario colectivo. La mortadela, de la mano de "El amor del medio", dejó de ser solo una fiambre para convertirse en un símbolo de la conexión, del cariño que se encuentra en lo simple, en lo de todos los días. El trabajo de la agencia Mercado McCann, con Guchi Coste como Managing Director y Nicolás Massimino como CCO, junto a todo un equipo de profesionales que pensaron la idea, le dieron forma, la produjeron, demuestra que la colaboración entre la empresa y sus aliados estratégicos es fundamental para lograr resultados que se destaquen.

Que una campaña así, centrada en un producto tan tradicional, gane un premio de esta magnitud, es un mensaje potente para el "mundo de los negocios". Te dice que no todo pasa por lo último, por lo más sofisticado. Que a veces, volver a las bases, mirar con otros ojos lo que ya tenés, y contarlo de una manera creativa y genuina, puede darte una ventaja competitiva enorme. Paladini lo entendió perfecto. Tomó la mortadela, un producto que muchos daban por sentado, y le encontró un nuevo significado, una nueva forma de conectar con la gente. Y eso, en un mercado tan competitivo como el alimenticio, donde hay que remarla todos los días para destacarse, es un logro para sacarse el sombrero. La mortadela de Paladini, con su "amor del medio", nos recordó que los clásicos, si se los trata con cariño e ingenio, son eternos. Y en el camino, se llevó un Lápiz de Oro que vale oro. Ahora, a esperar el Platino. Sería la frutilla del postre para una historia que ya es un éxito rotundo.

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