Preocupa el crecimiento de depósitos clandestinos de venta de alimentos y bebidas

Comerciantes alertaron sobre estos negocios ilegales que se multiplicaron con la pandemia. Venden barato pero no dan ticket y hay dudas sobre la procedencia de la mercadería

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Desde hace algunos meses almaceneros, supermercadistas y mayoristas miran con preocupación la multiplicación en Rosario de depósitos que venden alimentos y bebidas tergiversando el rubro, o que directamente carecen de todo tipo de habilitación para funcionar. Si bien su aparición no es nueva, aseguran que crecieron exponencialmente durante la pandemia y se sofisticaron, ofreciendo en algunos casos gran variedad de productos y dejando en claro que hay alguna organización por detrás.

“Hace tiempo que venimos alertando a las autoridades sobre este tipo de negocios. Primero fueron los asiáticos, que abrían supermercados sin adaptarse a la ordenanza municipal, y en 2020 vimos una explosión de gente volcándose a rubros esenciales pero de forma ilegal”, señaló Sergio López, titular de la Cámara de Supermercadistas de Rosario (Casar). Añadió que dichos espacios no se limitan a la periferia rosarina, sino que cada vez se los ve más en bulevares, avenidas y arterias importantes.

“Ya no se trata del pequeño ciudadano que necesita un sustento porque se quedó sin trabajo, sino de negocios instalados, con volumen, que se manejan con camionetas”, expresó en diálogo con Ecos365. Lo que más se ven son distribuidores de cerveza, gaseosas, vinos y algunas bebidas blancas, pero que en muchos casos suman venta alimentos, galletitas y hasta insumos de limpieza. “Nosotros podemos aportar información, aunque son las autoridades municipales y provinciales las que deben controlar, y creemos que no dan abasto”, añadió López.

Un importante distribuidor mayorista de la ciudad, que prefirió mantenerse en reserva, confirmó esta tendencia, y destacó que si bien antes existían estos negocios clandestinos, “eran más rústicos, en cambio ahora se profesionalizaron”. En este sentido, consideró que se trata de “la peor competencia”, porque no pagan ningún impuesto, lo que los lleva a tener un precio imposible de igualar para un negocio formal. “Si pedís un ticket te dicen que se les cayó el sistema. El tema es que trabajan con muchos de nuestros mismos proveedores que no te venden sin facturar. El interrogante es qué pasa con esa factura”, se preguntó.

“Vimos que abrieron muchas distribuidoras de origen dudoso que cuentan con un capital de mercadería muy importante y no sabemos de dónde viene"

“Hubo un crecimiento de la informalidad en el rubro de alimentos y bebidas, que es algo habitual ante este tipo de crisis”, ratificó Juan Milito, al frente de la Unión de Almaceneros. “Vimos que abrieron muchas distribuidoras de origen dudoso que cuentan con un capital de mercadería muy importante, que puede ser de cinco millones de pesos y no sabemos de dónde viene”, alertó y apuntó que si bien algunas pueden estar habilitadas para vender por mayor, “también pusieron carteles de venta por menor, algo que está prohibido”. Por otro lado, también hay quienes comercializan por internet, lo que dificulta todavía más el control.

A esta clandestinidad también se sumaron muchas personas independientes, que tras cobrar ayudas estatales como el IFE se pusieron un pequeño negocio como una verdulería, carnicería, fiambrería o un kiosco. “Esos casos se comprenden porque están buscando sobrevivir, e igualmente no pueden sostenerse por mucho tiempo sin la ayuda del Estado. De cualquier manera nosotros valoramos la implementación del IFE porque sin ella, la venta hubiera caído mucho más y varios negocios formales hubieran tenido que cerrar sus puertas”, planteó.

De acuerdo a sus estimaciones, al menos los almacenes cerraron el 2020 con una caída en ventas del orden del 15% al 20%, y con un incremento de precios del 40%, superior al promedio inflacionario.

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