Rosarinos dieron con fórmula para bajar la contaminación del agua usando cáscara de soja

A partir del aprovechamiento de biomasa residual agroindustrial, un grupo de científicos logra obtener un insumo con altas capacidades absorbentes y a costos mínimos

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Investigadores del CONICET están detrás del desarrollo de productos de alto valor agregado a partir del aprovechamiento de biomasa residual de origen agroindustrial. Se trata del equipo de científicos que desarrolla su labor en el Instituto de Química (IQUIR) de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de Rosario. Entre estos productos, destaca un insumo que sirve para la eliminación de contaminantes en fluídos y remediación de aguas.

El doctor en Química Orgánica, Rolando Spanevello, es quien lidera este desarrollo que acaba de obtener fondos provinciales para ser escalado, en el marco del programa de Proyectos de Investigación Orientada de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de Santa Fe. Según el científico, su objetivo es hacer un aprovechamiento de las materias primas que sean de origen renovable.

“A partir del trabajo con biomasa residual, logramos obtener un bioaceite y de este bioaceite, un residuo carbonoso que sirve como carbón activado, con capacidades absorbentes. De esta forma, puede ser utilizado en la remediación de aguas o para la extracción de contaminantes de ciertos fluídos”,  indicó Spanevello.

El proyecto

“Empezamos a trabajar con la celulosa residual, los desperdicios que produje la actividad industrial y que son un problema a la hora de ubicarlos. Por ejemplo, el papel de diario es reciclable pero una vez que pasa por este proceso y se vuelve pulpa de celulosa se degrada más la fibra y se obtiene un material de menor calidad, es decir que es reciclable pero este tratamiento es finito. Empezamos a pensar qué hacer con el residuo una vez que ya no puede ser tratado”, indicó Spanevello.

Esta celulosa es el polímero orgánico más abundante en la naturaleza y constituye la mayor parte de la fibra vegetal. De la misma, el equipo en Química Verde intenta obtener estructuras moleculares más pequeñas que tengan algún uso en particular. Sin embargo, destacó que el quiebre en el modus de trabajo se dio a la hora de centrarse en el polo sojero.

“Embarcamos el 90% de la producción de soja del país, y sobre todo la industria aceitera,  tiene que pelar el poroto de soja del cual se obtiene un residuo que es la cáscara de soja. No tiene un alto valor nutricional y es un problema a la hora de desecharlo. Ahí fue que comenzamos a trabajar con el mismo”, señaló el investigador.

Hoy en día, Argentina debe producir unas 50 millones de toneladas de soja y se generan unas 400 mil toneladas de cascara de soja, según números de la Secretaría de Producción. Este residuo tiene un alto contenido de celulosa que el grupo de investigadores está usando para fabricar un bioaceite especial.

El método consta de someter al material a altas temperaturas en ausencia de oxígeno para evitar la combustión y así obtener un bioaceite conformado por una mezcla compleja de compuestos.

“De este bioaceite, obtenemos un residuo carbonoso que tiene múltiples propiedades a la hora de tratar el agua y bajar la contaminación. Es decir que haciendo un aprovechamiento intensivo de la cáscara de soja, obtenemos un insumo que en el mercado cuesta entre 200 y 400 dólares el gramo y que, en nuestro caso, generamos sin un alto costo y sin requerir mano de obra especializada”, señaló el científico.

Pero no solo dieron un paso en el sector acuífero, sino que de la cascarilla de soja y haciendo uso del mismo proceso, el equipo obtuvo un compuesto denominado levoglucosenona que es capaz de matar a la bacteria Salmonella. Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Industrial Crops and Products

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