El sonido de las máquinas en el Aeropuerto Internacional de Rosario no es simplemente el eco de una obra más. Es el murmullo de un cambio de paradigma, la banda sonora de una ciudad que decidió dejar de mirar el mapa para empezar a redibujarlo a su favor. Lo que está ocurriendo con la pista de aterrizaje no es una simple lavada de cara; es una declaración de intenciones con una inversión provincial de más de 36 mil millones de pesos. Mientras muchos ajustan, Rosario pisa el acelerador, entendiendo que en el mundo de los negocios, la infraestructura no es un gasto, es la palanca que mueve la economía. Se está construyendo la base para que la región juegue en otra liga, una donde la conectividad no sea un anhelo, sino una ventaja competitiva palpable. La decisión de financiarlo desde la provincia, tras la baja de la licitación por parte de Nación, es una señal contundente de autonomía y visión a largo plazo. No se trata de esperar que las cosas pasen, sino de hacer que sucedan.
La renovación va mucho más allá de repavimentar. Implica la demolición de las viejas losas, la ampliación de las cabeceras y la reconstrucción con asfalto modificado, además de la instalación de un sistema de balizamiento de última generación. ¿En criollo qué significa todo esto? Que el aeropuerto no solo será más seguro, sino que podrá operar sin problemas en condiciones climáticas adversas y, acá viene lo interesante para el ecosistema empresarial, estará preparado para recibir aviones de fuselaje ancho, esas naves que pueden transportar hasta 350 pasajeros y, crucialmente, un volumen de carga mucho mayor. Esto transforma al aeropuerto de ser una terminal de pasajeros a convertirse en un potencial hub logístico para productos de alto valor. Para un exportador rosarino de biotecnología o maquinaria agrícola de precisión, tener la capacidad de enviar sus productos o recibir componentes críticos de manera más rápida y eficiente cambia por completo las reglas del juego.
Este esfuerzo en el cemento ya tiene su correlato en el aire, con un despliegue de nuevas rutas y frecuencias para el verano de 2026 que dibuja un panorama más que prometedor. La apuesta por Brasil es total y diversificada: Aerolíneas Argentinas consolidará sus vuelos a Cabo Frío, Florianópolis y Río de Janeiro. Gol, por su parte, pisa fuerte con vuelos diarios a Río y nuevas rutas a Florianópolis y, fundamentalmente, a San Pablo, el corazón financiero de Sudamérica. A ellos se suma la operación de OLA Mayorista con Flybondi, que no solo refuerza Cabo Frío sino que abre un destino inédito como Maceió. Latam Airlines también se suma a la conquista del mercado brasileño con vuelos regulares a San Pablo, y además fortalece la conexión regional aumentando sus frecuencias a Lima, otro centro de conexiones vital. Sin embargo, la frutilla del postre es el regreso de Copa Airlines, que desde el 30 de diciembre restablecerá su operación diaria a Panamá, ofreciendo hasta 14 vuelos semanales. Esto no es solo un vuelo más; es volver a conectar a Rosario de manera directa con el "Hub de las Américas", abriendo una puerta de par en par a todo el Caribe, Centro y Norteamérica. Cada nueva ruta es un puente, una arteria comercial que se abre.
El Radar empresarial: Más allá del despegue
La ampliación de la oferta aérea no es una simple colección de nuevos destinos vacacionales; es un rediseño estratégico del tablero de negocios para Rosario y su zona de influencia. La conexión con Panamá presenta una plataforma inmejorable para las empresas con ambiciones en el mercado norteamericano, desde exportadores de servicios tecnológicos hasta fabricantes de bienes de consumo que buscan llegar a nuevas góndolas. Por otro lado, la ofensiva coordinada sobre San Pablo transforma lo que antes era un viaje largo y tedioso en un puente aéreo directo al motor económico de Brasil. Esto facilita desde las rondas de inversión para startups locales hasta la supervisión de operaciones comerciales para empresas ya establecidas en el país vecino.
El impacto se derramará sobre sectores clave. El turismo receptivo tiene la oportunidad de captar un flujo de visitantes con mayor poder adquisitivo, lo que desafía a la infraestructura hotelera y gastronómica a elevar su estándar de calidad y ofrecer servicios bilingües. Para la industria del agrotech, tan pujante en la región, significa un acceso más rápido a mercados cruciales y la posibilidad de participar en ferias y eventos internacionales con una logística mucho más sencilla. Incluso para el sector del conocimiento, facilita la atracción y retención de talento global.
Con el asfalto nuevo y las rutas trazadas, el aeropuerto ha hecho su parte. Ahora, la pista de despegue se traslada a cada oficina y cada fábrica de la región. La pregunta ya no es si el mundo vendrá a Rosario, sino si los empresarios rosarinos están listos para salir a conquistar el mundo.

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