El CREA Biogás está integrado por trece empresas de cuatro provincias que conforman un “grupos sin fronteras”, porque no están vinculadas a una región en particular, sino a una temática común: la producción y comercialización de bioenergías
Actualmente nueve de los integrantes del CREA Biogás participan en el programa RenovAr para el abastecimiento de energía eléctrica a partir de fuentes renovables. En conjunto, representan el 37% de las empresas argentinas de biogás que están inyectando energía a la red eléctrica a través de esa iniciativa pública.
Estas empresas CREA, radicadas en las provincias de Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y San Luis, cuentan con una potencia eléctrica de suministro al Sistema Argentino de Interconexión (SADI) de 15 megavatios (MW) mediante contratos con la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA). El tamaño de las plantas que integran este grupo CREA son entre 1 y 2 MWe. Vale decir que el grupo también lo integran plantas que abastecen su demanda propia de energía, en cuyo caso las potencias energéticas son menores.
“Inicialmente, muchas de estas instalaciones utilizaban cultivos energéticos, como el silo de maíz, en combinación con residuos provenientes de la industria primaria, como feedlots o granjas de cerdos. Sin embargo, en los últimos años, las empresas iniciaron un proceso de transición hacia el uso de pasivos ambientales generados por el sector agroindustrial local”, dijo Víctor Giocoa, coordinador del grupo y jefe de Departamento de Energías Renovables y Gestión Energética de la Región Cuyo en Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
Dos objetivos fundamentales: reducir costos y optimizar los procesos de biodigestión, al mismo tiempo que contribuye a la sostenibilidad ambiental porque permite reutilizar residuos que, de otro modo, acabarían en rellenos sanitarios, generando gases de efecto invernadero.
La iniciativa que lleva adelante el grupo CREA Biogás impacta de manera positiva en las comunidades cercanas a los establecimientos, porque favorece la gestión integral de residuos, agrega valor a la producción y soluciona los pasivos ambientales de ciertas industrias, como la alimenticia. Por ejemplo, algunas de estas plantas procesan residuos de frigoríficos, tambos, la industria láctea, fábricas de galletitas y productoras de aderezos. En lugar de desecharlos, estos residuos se aprovechan para generar energía eléctrica renovable, lo cual contribuye a cerrar el ciclo de producción y a mejorar la sostenibilidad del sistema.
Actualmente los miembros del grupo están analizando la posibilidad de avanzar en nuevos proyectos vinculados con la producción de biometano. Hoy en día, las plantas generan biogás que alimenta motores de combustión para producir energía eléctrica. No obstante, se están explorando nuevos modelos para utilizar el biogás como gas. A través de un proceso de purificación, se separa el dióxido de carbono y se obtiene metano concentrado al 98-99%. Este biometano puede integrarse en la red de gas natural o utilizarse como combustible para vehículos.
“El marco legal aún está en desarrollo, pero esta innovación también se está considerando como una opción para la descarbonización. Por ejemplo, el transporte vehicular y la logística de las empresas generan emisiones de CO. Al introducir biometano, una energía renovable, en estos procesos, se reduce la huella de carbono, contribuyendo a mitigar el impacto ambiental de manera significativa”, dijo Giocoa.
“El interés en este campo está aumentando. En el grupo CREA, por ejemplo, ya hemos realizado reuniones con empresas importantes del transporte y centros de distribución para avanzar en proyectos de biometano, con un enfoque centrado en la logística y en el abastecimiento de camiones y colectivos, sumando esfuerzos para concretar estas iniciativas”, agregó.
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