Los pacientes de coronavirus que atraviesan la enfermedad de manera crítica y sobreviven, deben iniciar una nueva pelea, más dura y consciente, por su salud. Los centros de rehabilitación que los reciben les prestan una atención integral profesional a fin de que recuperen desde el habla, la capacidad de comer y desplazarse. Uno de las 4 instituciones de este tipo en la región es Aprepa, ubicada en San Jerónimo Sur donde además de volver a la vida el diputado Palo Oliver, hoy desanda un camino para recorrer otro, el periodista Waldino Jaime.

El infectólogo Diego Lisazo es el director médico del centro que desde que la pandemia comenzó atiende en un 80 por ciento de su capacidad a personas que han padecido el covid-19 de forma rabiosa e insistente, al punto de someterlos a una internación prolongada de hasta 50 días en estado de coma inducido y sin poder respirar naturalmente.

“Los pacientes vienen principalmente de la terapia intensiva directamente al centro de rehabilitación por lo tanto son pacientes muy complejos, muchas veces los recibimos conectados a la asistencia respiratoria mecánica, con la imposibilidad de desvincularlos. Entonces tenemos una unidad de cuidados especiales, de una terapia intermedia donde recibimos al paciente muchas veces ventilado y tenemos un equipo de habilitación respiratoria dedicado en primera instancia a sacar al paciente del respirador”, sostuvo a modo de presentación, en un diálogo con Rosario3. “Y después –agregó– recibimos pacientes que están en sala, un poco menos complejos, pero todos estos pacientes tienen una complejidad bastante importante incluso, un riesgo de vida. Se dedica más que nada a la rehabilitación motora con mucha intensidad porque son pacientes que solo mueven un dedo o una mano, o cierran los ojos y nada más que eso”.

Todos los pacientes que han sobrevivido al covid arriban al centro médico con alguna complicación respiratoria ya que el principal órgano de choque del coronavirus es el respiratorio, después está el cardiológico, sistema nervioso central e intestinal. Sin embargo, más allá de estas secuelas del virus, la terapia intensiva deja sus huellas propias en los cuerpos: “Casi todos llegan con una polineuropatía del paciente crítico que es propia de la internación prolongada, son pacientes que están internados 30, 40, 50 días y es una debilidad extrema del sistema muscular muchas veces asociada a la internación y a los fármacos También vienen con escaras y con otros tipos de complicaciones, neumonías asociadas, etc. Entonces esos pacientes tienen que empezar de cero –advirtió y detalló–Primero se empiezan a sentar, después a parar, y a dar pasos. Muchos no comen, entonces se alimentan por sondas. La parte de fonoudiología tiene un papel importantísimo para poder volver a tragar”.

En la región hay 4 establecimientos de este tipo y, de acuerdo a lo que confirmó Lizaso, están saturados con una demanda creciente y diaria. Los primeros pacientes covid ingresaron a mediados del año pasado y hoy son el grueso de los internados. “En relación a los pacientes recibidos el año pasado el volumen es mucho mayor y a diferencia del 2020 que la mayoría de nuestros ingresos eran mayores de 60 años, este año tuvimos un ingreso muy importante de en la franja etaria que va de 40 a 60 años pero hemos tenido pacientes de treinta y cortos años internados circulares, incluso hemos tenido pacientes de 30 y pico que nos han pedido camas y lamentablemente han fallecido antes de ingresar”, remarcó.

“La pandemia provocó un déficit en el sistema de salud, un déficit de camas, y muchas veces somos una válvula de escape para liberar camas del sanatorio”, alertó y sumó al respecto: “El médico del hospital o del sanatorio interpreta que el paciente está de alta sanatorial, dicen »en terapia llegamos hasta acá». Entonces somos el nexo entre el sanatorio y el domicilio para que el paciente pueda realizar las actividades de la vida diaria o realizarlas con un poco de independencia”.

Ánimo

Lisazo establece una diferencia entre los pacientes que son atenidos por accidentes cerebro vasculares o politraumatismos graves con estos que han padecido coronavirus: “El paciente por coronavirus viene lúcido pero no se puede mover. Eso genera muchísima ansiedad y angustia, pero es más fácil la recuperación, a nivel neurológico está muy bien, y eso ayuda a acelerar los tiempos”. Para abordar la integridad de las personas, además de la amplia diversidad de profesionales de la salud, cuentan con un equipo de psiquiatría y psicología con mucha paciencia y contención pero a veces no es suficiente porque las visitas se hacen pero de forma programada con protocolos bastante estrictos – el año pasado tuvimos un brote y de ahí nunca más–. Entonces en un principio se organizan video llamadas programadas y controladas y cuando pasa a la sala tenemos un área donde hay mesas en las que se respeta la distancia y la ventilación está controlada”, comentó. 

Compartir esta experiencia trascendental con otras en situaciones similares favorece los vínculos internos. “Cuando el paciente ve que otros se recuperan es un estímulo, se van dando apoyo mutuamente y con los profesionales se arma un lindo grupo de trabajo con mucha contención”, aseguró.

Tiempo

El tiempo de recuperación está particularmente sujeto a las condiciones del paciente en relación a su estilo de vida pre covid, pero también está relacionado a las secuelas de la enfermedad. “Hay pacientes y son muchos que se van sin ninguna secuela y se van muy bien. Hay gente que evoluciona mal y hay gente que puede fallecer en un centro de rehabilitación y quiero ser claro porque ha pasado”.

Luego, profundizó sobre este aspecto: “A veces se tarda un tiempo más al del período de internación pero, por ejemplo, para manejar hay que tener reflejos y cierta practicidad en la motricidad que a veces cuando uno se va de la internación, se va bastante bien pero no óptimo” y añadió: “Muchas veces se dan pasos adelante y otros para atrás, esto es lento. Pero para poner un tiempo aproximado, son entre tres o cuatro meses”.

Por último el profesional, admitió: “Estamos agotados, necesitamos que la gente tome conciencia y respete las medidas sanitarias. La vacuna da protección pero nos podemos contagiar y contagiar a otros, es una falsa seguridad. Creo que tenemos un futuro cercano, queda un esfuerzo más para cuidarnos concientemente, sobre todo, de la puerta para adentro”, concluyó el infectólogo.