Las pistas que manejan los investigadores sobre el asesinato del inspector César Carmona, cometido el miércoles, apuntan a tiratiros ligados con un clan narco afincado en Nuevo Alberdi, zona norte de Rosario, cuyo referente se encuentra detenido en la cárcel de Piñero.

Sin embargo, no trascendió que la ejecución del empleado de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) haya sido un encargo digitado desde una prisión.

Tampoco se descarta la hipótesis de un homicidio en el marco de una salidera, ya que Carmona hacía adicionales en una financiera. Aunque detalles como la cantidad de disparos y el sector escogido para abordarlo –la entrada de una delegación policial– parezcan tener otras connotaciones.

La investigación, según trascendió, tiene a tres sospechosos identificados, entre los que sobresale el nombre de Agustín Alfredo Almirón, alias Calamar, un rosarino de 23 años que ya contaba con pedido de captura como autor material de un resonante asesinato cometido en Colón, provincia de Buenos Aires.

Se trata del caso de Mauricio Cordara, quien fuera chofer y hombre de confianza del ex dirigente del gremio Uatre Pablo Ansaloni –hoy candidato a diputado por la Libertad Avanza–.

Calamar, hijo de un oscuro ex policía llamado Germán Almirón, fue captado por cámaras cuando disparó sobre Cordara el pasado 18 de noviembre. La sospecha es que el verdadero blanco era Ansaloni.

Esa investigación, que instruyó una fiscal bonaerense en conjunto con el Ministerio Público de la Acusación, condujo a reclusos alojados en el pabellón 8 de la cárcel de Piñero. Hubo seis detenidos pero Calamar se mantuvo prófugo.

El móvil se desconoce y la investigación se topó con un callejón sin salida en cuanto a la identificación de los verdaderos artífices del atentado.

Las “tercerizaciones” de encargos criminales, a partir de las alianzas en prisión de actores del hampa se volvieron moneda corriente, como lo evidenciaron casos como el crimen del ex concejal Eduardo Trasante, cuyo trasfondo permanece en la oscuridad.

Ahora Calamar es buscado junto con otros dos sospechosos oriundos del barrio Municipal de zona norte, a quienes se los señala como cercanos al clan Romero, un apellido que figuró en la investigación del caso Cordara.

En abril, Ramón “Monchi” Vallejos, el padre del jefe de la banda, Hernán “Lichi” Romero, reconoció haber adquirido el Palio rojo que trasladó a los homicidas del chofer del sindicato Uatre, y fue condenado por encubrimiento en un juicio abreviado.

Calamar, captado por una cámara en el momento de dar muerte a Cordara.

La última novedad del caso Carmona vino con el hallazgo de un vehículo, este sábado de madrugada, en un mismo sector donde horas antes habían buscado a los sospechosos.

El Volkswagen Gol Trend gris que auxilió a los homicidas cuando descartaron el Citroën C3 –con patente radicada en Tucumán– fue hallado en las últimas horas en el barrio Municipal de Nuevo Alberdi, en Caracas y Floduardo Grandoli, a metros de donde reside Alan A., justamente, el que está apuntado de asistir al tiratiros a sueldo Calamar y a su acompañante.

La patente del Volkswagen está radicada en la localidad bonaerense de San Justo, en el partido de la Matanza. Y, en principio, el vehículo no contaba con pedido de captura.

Horas antes, en ese mismo sector la AIC allanó y secuestró un Fiat Punto, propiedad del sospechoso Alan A.

Germán Almirón, el padre de Calamar, integró la policía de Santa Fe y fue parte de la Brigada Operativa de la División Judiciales, abocada a la investigación de la megacausa Monos, luego disuelta. En 2017, fue condenado a seis años de prisión por extorsionar a la esposa de un integrante de Los Monos que en 2014 estuvo pocas horas preso y huyó.

Nueve años atrás, además, Almirón estuvo ligado a escandalosos escuchas en las que refirió plan mafioso para asesinar al entonces juez Juan Carlos Vienna y al fiscal Guillermo Camporini.