En medio del dolor por la muerte de la niña de cinco años que sufrió el impacto de una bala perdida en la cabeza en los primeros minutos del 25 de diciembre, desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA) destacaron la importancia de los peritajes técnicos para saber qué ocurrió en un caso de difícil esclarecimiento.  

Sebastián Carranza, el vocero del MPA, dijo a El Tres que Candelaria Enrique se desvaneció en la puerta de su casa de Iriondo 3950 mientras miraba los fuegos artificiales. Los peritos peinaron la escena en dos ocasiones, pero no hallaron vainas.

Se prevé que la autopsia eche luz sobre la trayectoria de la bala. El recorrido del proyectil es de importancia para determinar el distinto grado de responsabilidad de quien accionó el arma.

“Hay que ver si la bala impactó luego de llegar a su máxima altura y lo hizo cayendo”, dijo el vocero judicial.

Por su parte, el doctor Eduardo Ontivero, director médico del Sanatorio de la Mujer, lamentó que al arribo de Candelaria al centro de salud nada pudo hacerse para revertir el cuadro de muerte cerebral. Pero celebró la decisión de sus padres de donar órganos al Cudaio.

“La niña –dijo el médico– ingresó con una herida por proyectil de arma de fuego con impacto en la región frontal y con una lesión encefálica irreversible. Se hicieron todas las medidas y tratamiento adecuado en la unidad de cuidados intensivos infantiles. Los proyectiles si no generan daño podrían permanecer alojados de por vida. Este no fue el caso”.

En las últimas horas, la causa pasó a la órbita de la Fiscalía de Homicidios Dolosos, a cargo de Gastón Ávila. El funcionario instruyó a la División Homicidios para llevar adelanta las medidas en la investigación.