La ex pareja de Gustavo Elorrieta, el gendarme asesinado en Roldán cuyo cuerpo fue hallado el pasado viernes, y dos amigos de su hijo quedaron presos como coautores del crimen. La Fiscalía ventiló evidencias que la jueza que presidió la audiencia valoró contundentes. Ello, con relación a una causa que explotó el jueves de la semana pasada y por 48 horas representó un misterio en el Gran Rosario, hasta el hallazgo del cuerpo en el interior de un aljibe y las detenciones.

A entender de la Fiscalía, el homicidio de Elorrieta fue con alevosía, un agravante que implica  actuar a traición y sobre seguro contra la víctima, puesto el gendarme habría sido reducido con una droga (presumiblemente una inyección de ketamina). También premeditado y calificado por el vínculo: habría sido un plan que ideó su ex pareja Mercedes Encina Flores (42).

Elorrieta y Mercedes estaban distanciados y, desde abril, el nuevo romance del gendarme con una colega de la fuerza pareció haber abierto una grieta con su familia. En julio, decidió ir a Roldán a ver a sus hijos.

Ya entonces se cocinaba el plan para matarlo, sostuvieron los fiscales Adrián Spelta y Gastón Ávila, quienes trabajaron con la Brigada de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal. En esa conspiración contra el gendarme, también quedaron involucrados dos allegados al hijo adolescente de Elorrieta: Alex Galarza (18) y Mario Luis Faetani (26). Este último, también amigo de Mercedes.

Además de la evidencia material –como los rastros de sangre detectados en varias habitaciones de la casa y en el baúl del Bora que era de Elorrieta y se usó para trasladar el cuerpo; las jeringas con las que se cree inyectaron droga y otros elementos secuestrados en allanamientos que todavía deben peritarse–, en la causa hay testimonios de personas muy cercanas a Galarza y a Faetani que dieron cuenta de un comportamiento cada vez más raro en ambos, acentuado en las semanas previas a la llegada de Elorrieta el 10 de julio. Y coincidentes con las juntadas, cada vez más frecuentes, en la casa de la familia del gendarme, que comenzaron en junio.

Un joven que por poco queda pegado a la causa declaró el jueves pasado: “Esto empezó hace aproximadamente dos meses. Empezó con una joda que hizo Alex Galarza; era un chiste de que quería matar a alguien. Yo pensé que era una joda. Estábamos con un amigo y nos empezamos a reír. Alex decía que querían que él haga un trabajo, que le vean la cara de asesino. Nunca dijo quién fue el que le había pedido eso. Luego pasó el tiempo, no le di importancia. Hace tres o cuatro semanas, Alex me dijo que tenía que limpiar una casa, me lo mandó por WhatsApp. “Él dijo algo como «borrar evidencias»”.

También hay un testimonio de una adolescente allegada al grupo se había hecho “muy amiga” del hijo de Elorrieta desde hace un mes. La chica fue testigo de varios encuentros en los que Mercedes, que adolece de problemas en la visión, aparecía y se ponía a hablar de Elorrieta; de cómo su amigo Mario se mostraba cada vez más cercano a la mujer. Y que el clima en los encuentros, ya en julio, se tornaba más extraño.

La testigo recordó que una noche, de regreso de una de esas juntadas, tuvo una charla mientras iba en bicicleta con su amigo, a fin de cuentas preso.

“Mario –recordó la chica– me contó algunas cosas, me dijo que Mercedes se había metido en algo de la magia negra, como que ella tenía el pensamiento de matarlo sí o sí. Que ella le dijo que Gustavo había sido el culpable de que ella perdiera la vista. También me dijo Mario que él la iba a ayudar a Mercedes”.

Como el celular de Elorrieta dejó de emitir señal desde las 23.30 del día 10, se cree que lo mataron esa noche o en horas posteriores. El 12 de julio se propusieron descartar la evidencia. En un pozo de agua tiraron el cuerpo en un descampado. De regreso una mala maniobra con el freno de mano del Bora de Elorrieta provocó un accidente. Adentro iban el hijo del Gendarme, Galarza y Faetani, además de un joven que usaron de chofer y al parecer desconocía el plan criminal y que llevaba un cuerpo (aseguró no haber visto el descarte porque lo tapaba el baúl).

El auto quedó inutilizado y cuando la policía lo encontró y en el interior hallaron guantes de látex, una maza, toallones ensangrentados, una lona de pileta y ropas cuyos –según la acusación– talles no se corresponden los ocupantes del auto.

La conexión con choque y los hallazgos se convirtieron en un gran cabo suelto en un complot de por sí grosero. Ya por el 25 de julio el misterio de Elorrieta presagiaba lo peor. Para el 27 el círculo comenzaba a cerrarse sobre la casa de Larrea al 1200. Luego, las pruebas de luminol, el hallazgo del cuerpo y los testimonios fueron la evidencia más contundente sobre los acusados.