“Los resultados de nuestro estudio ayudan a comprender mejor los mecanismos que actúan en el desarrollo de la miocardiopatía en pacientes con Chagas y abren nuevas puertas para el desarrollo futuro de nuevos agentes terapéuticos”, señaló a Agencia CyTA Patricia Paglini, profesora Emérita de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y una de las directoras del trabajo.

La doctora en Biología María Silvina Lo Presti, también líder del trabajo e investigadora del Centro de Estudios e Investigación de la Enfermedad de Chagas y Leishmaniasis y del Instituto de investigaciones en Ciencias de la Salud (Inicsa/Conicet), que dependen de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC, explicó que se analizó "el gen SCN5A que codifica para una parte de los canales de sodio que juegan un papel fundamental en el funcionamiento del corazón”.

En el estudio participaron 104 pacientes, 70 infectados con Trypanosoma cruzi y 34 no infectados, a quienes se les realizaron estudios genéticos y clínicos.

“Al analizar los datos, identificamos una leve asociación entre variaciones del SCN5A y alteraciones cardiacas más severas”, puntualizó Romina Blasco, autora del trabajo que forma parte de su tesis doctoral realizada en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC.

Si bien los resultados no son concluyentes y corresponden a un número limitado de pacientes, "sugieren un posible papel de una predisposición genética en el desarrollo de las alteraciones cardíacas propias de la Enfermedad de Chagas”, indicó la doctora Biología Mariana Strauss, autora del estudio y becaria postdoctoral del Conicet en el Inicsa.

La miocardiopatía chagásica es una complicación que afecta en el largo plazo a aproximadamente el 30% de los pacientes infectados en nuestro país y se caracteriza por una inflamación del músculo cardíaco causada como consecuencia de una infección provocada por el parásito Trypanosoma cruzi.

Del estudio, publicado en “Parasitology International”, también participaron Daniela Velázquez López, Walter Rivarola y Patricia Paglini, del Inicsa; y Sandra Tabares y Adela Sembaj, de la Cátedra de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC.

La investigación fue liderada por científicos del Centro de Estudios e Investigación de la Enfermedad de Chagas y Leishmaniasis, en la ciudad de Córdoba.