El respaldo internacional trajo algo de oxígeno financiero, con el dólar estabilizado y bonos que repuntaron. Pero la sensación de alivio duró poco. La incertidumbre sigue en el centro de la escena: todos los ojos están puestos en octubre, las semanas previas a las elecciones, cuando se definirá si la calma es pasajera o puede sostenerse.
El Gobierno celebró la fuerte liquidación del campo, con más de USD 2.000 millones en apenas días, pero lo cierto es que queda todavía una parte importante de la cosecha de soja, maíz y trigo por vender. Y mientras las cerealeras fueron las grandes ganadoras del esquema de retenciones cero, los productores quedaron al margen de ese beneficio.
En paralelo, el Tesoro se pregunta cuánto podrá seguir comprando con los dólares que ingresen en octubre, mientras el mercado de futuros ya descuenta un escenario postelectoral de alta volatilidad. El Banco Central logró rollear el 130% de los vencimientos gracias al apoyo de las agroexportadoras, pero la desconfianza persiste.
El otro frente caliente es el de las PyMEs, que advierten que no pueden sobrevivir con las actuales tasas de interés. El propio titular del CFI planteó que es necesario bajarlas para evitar cierres masivos. El mensaje es claro: si no hay crédito accesible, no habrá recuperación.
En este escenario político y económico cargado de tensión, también se movieron fichas en el frente empresarial. En Rosario, La Segunda confirmó una inversión en la startup Uiflou, junto con inversores ángeles de Inventure, y evalúa lanzar su propio venture capital para escalar proyectos en agro y ART. Al mismo tiempo, Rock & Feller’s prepara su desembarco más grande en Palermo, con 500 cubiertos, y sigue expandiendo su franquicia del Rosario a Buenos Aires.
La ciudad también se prepara para recibir la Bioferia, el festival de sustentabilidad más grande de Latinoamérica, que llega por primera vez, y se presenta hoy a la Bolsa de Comercio de Rosario. Un cierre simbólico de semana donde lo productivo, lo financiero y lo sustentable vuelven a cruzarse en el país del vértigo.

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