Del garaje de sus abuelos a escuela propia: creó un taller para inventores y programadores kid

Se trata de un emprendimiento familiar con sede en Rosario y Baigorria que permite a niños de entre 5 a 12 años aprender conocimientos en robótica y energías renovables 

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Stella De Robledo, es Técnica Superior en Multimedia y docente en el área de tecnología. Desde chica, heredó la pasión por la robótica ya que en el garaje de la casa sus abuelos, en Casilda, aprendió las primeras nociones de la mano de sus tíos. Crear, inventar y construir robots con alguna funcionalidad para la vida cotidiana pasó de ser un juego a una profesión y hoy se lo inculca a cientos de chicos de entre 5 y 12 años que se acercan a su taller.  

El emprendimiento lo lleva a cabo junto a sus hijas y su esposo, con una sede en la vecinal de Empalme Graneros y otra en la localidad vecina de Granadero Baigorria. Con vistas a seguir formando a los inventores y programadores del futuro, el espacio tiene planes para llegar hasta el Polo Tecnológico de Rosario.  

“Lo que en 2019 empezó con un taller para cinco chicos hoy se convirtió en una actividad que convoca a más de 150 alumnos durante todo el año, en turnos de mañana y tarde”, explica a Ecos365 Stella y agrega que las clases son una vez por semana, con una duración de una hora y cuarto donde ninguna jornada es igual a la otra.  

El espacio educativo funciona de un modo diferente a una escuela tradicional, ya que los inscriptos no están divididos por edades y cada uno avanza en el aprendizaje de acuerdo a su propio interés y posibilidades. Asimismo, si el alumno por alguna razón decide dejar de asistir puede retomar sin perjuicio alguno. Hasta entonces, el contacto es a través de las redes sociales donde se lo encuentra como TERYR (Taller de Energías Renovables y Robótica).

Robótica, inteligencia artificial y big data son el futuro del agro. Los alumnos se introducen en esos temas a través de plantines monitoreados por sensores 

“La idea es que aprendan jugando y desarrollen la creatividad con el objetivo de crear algo en beneficio del ser humano. Nosotros les brindamos las herramientas para que sepan construir desde un auto, conozcan cómo funcionan los paneles solares o incluso a programar sus propios inventos”, explica con orgullo la profesora de robótica educativa.  

Así es como esta alternativa brinda la posibilidad a niños desde los cinco años a incorporar conocimientos que en la educación tradicional se ven recién la secundaria. En un momento donde los avances tecnológicos se mueven a un ritmo vertiginoso y cada vez el mercado laboral exige perfiles capacitados, estos aprendices con doce años ya diseñan, programan y cuentan con un amplio conocimiento en electrónica.  

“Lo interesante es que muchos alumnos quieren seguir capacitadosé e impulsan a su familia a hacerlo también. Tenemos papás y hasta abuelos que se anotaron en otros cursos de computación por ejemplo porque se entusiasmaron con la idea de capacitarse”, detalla Stella al tiempo que recuerda los casos de aquellos primeros alumnos que tuvo el inicio de su carrera y que hoy son profesionales, ingenieros y que ansían llevar sus hijos al taller.  

Vale remarcar que si bien en las aulas los chicos no están diferenciados por edad, los materiales que manipulan y la forma en la que lo hacen sí. Siempre bajo la atenta mirada de los adultos a cargo. Es común que para estas prácticas se utilicen legos (ladrillos plásticos), pero allí trabajan con kit especialmente diseñados para trabajar sin riesgo con motores, cables, paneles y demás piezas para armar y construir.  

Algunos de los "robots sanitizantes", cómo los llamaron los alumnos de TERYR

Tal es el caso, que antes de renovar las computadoras, fueron los chicos los encargados de desarmar los equipos para reciclar y reutilizar los componentes a los que se les podía encontrar otra utilidad. Una práctica que además de despertar el ingenio, refuerza los valores de la sustentabilidad y el cuidado del medioambiente.  

“Las clases están aggiornadas a los tiempos que corren con imágenes, videos y son personalizadas. El hecho que estén mezclados posibilita un trabajo integrador donde el invento que cuente con tecnología más básica puede ser el complemento ideal de otro con ideas más complejas”, cierra su ideadora.  

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