Empieza a regir la Ley de Etiquetado Frontal: cómo impacta en Rosario

Desde este sábado los supermercados deberán informar sobre el exceso de azúcares, grasas y calorías en alimentos y bebidas. 

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A partir de este sábado, los supermercados deberán informar sobre los excesos de azúcares, grasas, calorías y sodio en los alimentos y bebidas que vendan, de acuerdo a la Ley de Etiquetado Frontal promulgada en noviembre. No obstante, desde la industria, los mayoristas y supermercadistas de Rosario advierten que en lo inmediato esta medida no se verá reflejada en las góndolas. 

Esto implica que la implementación será gradual. En base a los pedidos de prórroga que llegaron al Ministerio de Salud, las PyMES podrán adaptarse hasta el 20 de febrero. Entre las dificultades alegadas, citaron la imposibilidad de acceder a insumos importados para fabricar las nuevas etiquetas.

Otras simplemente reconocieron que quieren seguir usando los stocks de packaging disponibles. De las 2.658 solicitudes, el Gobierno aceptó el 35%. La mayoría llegaron del rubro de golosinas, mermeladas, dulces y confituras, seguido por panificados y galletitas.

Asimismo, por estos días ya circularon imágenes de productos con los octógonos negros de advertencia, como los bizcochos 9 de Oro o las botellas de Coca-Cola.

La semana pasada hubo tres promesas tras una reunión entre los ministros de Salud, Educación y Desarrollo, encargados de asegurar la implementación: un curso para docentes que promueva la formación continua en la temática, una normativa para que los productos con, al menos, un sello de advertencia no puedan ser ofrecidos o publicitados en las escuelas y la prioridad en la contratación de productos sin sellos para compras estatales y comedores sociales.

El camino a la ley había sido largo y no exento de presiones, que incluyeron reuniones entre los bloques políticos más importantes y los CEOs del sector alimenticio, sobre todo el azucarero, que cuenta con el apoyo histórico del actual jefe de Gabinete, Juan Manzur. Pero la unificación de 15 iniciativas de distintos partidos tenía fundamentos sólidos y llevaba el impulso de una coalición de organizaciones como la Fundación Interamericana del Corazón, Consumidores Argentinos y la Federación Argentina de Graduados en Nutrición. Aunque la norma deja al azúcar afuera de los octógonos (al igual que a la sal, aceites y frutos secos), es un cuestionamiento profundo a las gaseosas y galletitas que la usan como componente.

En línea con el Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud, los octógonos negros se aplican cuando los aportes de sodio y energía de un alimento son equivalentes; si la cantidad de energía proveniente de las grasas totales supera el 30%; si la que proviene de los azúcares o de las grasas saturadas supera el 10%; y si la de las grasas trans es mayor al 1%.

La superficie de los sellos no podrá ser menor al 5% del frente del envase y habrá leyendas precautorias sobre la presencia de edulcorantes y cafeína, “no recomendables en niños/as”.

“La falta de información clara en el etiquetado de los productos alimentarios empuja la epidemia de sobrepeso y obesidad infantil”, había advertido UNICEF antes de la sanción. El 13% de los menores de cinco años argentinos tienen exceso de peso, cifra que se eleva progresivamente, hasta superar el 65% entre los mayores de edad.

Junto a la obesidad, la presión arterial alta y la glucosa sanguínea elevada son los principales factores de riesgo derivados de la mala alimentación, responsables de 140 mil muertes anuales en el país.

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