Un tribunal de la capital provincial condenó este miércoles a prisión perpetua a un joven de 22 años, Martín Kunz, de 22 años, hallado responsable del ataque a cadetes del Liceo Militar de Santa Fe que en 2022 apuñaló mortalmente a un chofer y dejó cuatro heridos sobre la Ruta Provincial 1.
La sentencia fue dictada por los jueces Pablo Ruiz Steiger, Lisandro Aguirre y Celeste Minniti, quienes de manera unánime sentenciaron a Kunz, exliceísta, por tres hechos: autor de homicidio criminis causa (matar para asegurar un resultado), tentativa de homicidio en cuatro hechos y privación ilegítima de la libertad en siete casos.
El fallo se produjo tras un juicio en el que los fiscales Ana Laura Gioria y Estanislao Giavedoni, junto a los querellantes Daniel Recamán y Mariana Oroño, habían pedido la pena máxima para Kunz.
El hecho que derivó en la condena ocurrió el 19 de agosto de 2022, cuando atacó a un grupo de pupilos que viajaban en una combi rumbo a San Javier.

La agresión comenzó pasadas las 13, cuando el transporte conducido por Rubén “Bigote” Walesberg (71) se detuvo frente a la panadería La Perla de Colastiné para que los estudiantes compraran un almuerzo.
Al subir la última cadete a la combi, Kunz abrió la puerta del acompañante, apuñaló mortalmente al chofer, que se desplomó en la puerta del local, y luego se abalanzó sobre los cadetes que iban en la camioneta. Tres lograron escapar y siete quedaron adentro, a merced del excadete que había sido expulsado meses antes del Liceo Militar.
Kunz obligó a uno de los alumnos a conducir la combi durante seis kilómetros, hasta que el vehículo fue interceptado por la Policía en las afueras de San José del Rincón. Allí fue aprehendido y los estudiantes fueron rescatados y hospitalizados.
Durante el juicio, el hijo de Walesberg se sentó frente al tribunal y recordó que sus padres “fueron gente trabajadora que empezó de muy abajo, inculcaron grandes valores, y el más grande es la familia”.
El chofer fue atacado con un cuchillazo en el rostro. Casi un año antes había perdido a su esposa por un ACV, y su familia aún intentaba superar ese dolor.
“El crimen fue sin mediar palabras, a sangre fría”, dijo su hijo, según publicó el diario El Litoral. “Ese asesino no solo le quitó la vida a mi papá, nos quitó a una persona muy valiosa, alguien que amamos incondicionalmente. Fue muy difícil seguir luego porque este dolor no se supera, solo se logra convivir con él”.
“Esta herida la vamos a tener toda la vida. Cada 19 de agosto a nosotros nos desgarra el alma”, agregó, acongojado.
Por su parte, el psicólogo Matías Tabini declaró que cuando entrevistó a Kunz le preguntó si, de poder volver el tiempo atrás, repetiría lo que hizo. “Dijo que sí, y automáticamente se corrigió para decir que no”.
El profesional recordó que el exliceísta “comprendía de qué se lo acusaba” y le contó “que había matado a una persona que no sabía quién era ni cómo se llamaba, pero que lo había apuñalado porque estropeaba su camino, ya que él quería atacar a quienes iban en la trafic”.
También relató que Kunz describía a los cadetes como “personas que no valían la pena, inmorales, que tenían dinero, usado como un insulto”.
La psicóloga Alejandra Reynoso, que colaboró con el Ministerio Público de la Acusación (MPA), señaló que durante la entrevista observó a Kunz exaltado y eufórico: “Se le notaba en el rostro, tenía la cara desencajada. Su conducta era manipuladora, buscaba controlar todos los aspectos de la situación”, publicó la periodista Ornella Pazzi en El Litoral.
Aunque su discurso era organizado y coherente, advirtió que en el contenido aparecían “ideación delirante de tipo reivindicativa y una certeza delirante”. Explicó que ese tipo de ideas surgen cuando la persona cree que padeció un daño y desarrolla conductas para “repararlo”.
Reynoso recordó que Kunz había cumplido 19 años dos días antes del ataque, el 17 de agosto, fecha de la muerte de San Martín, prócer que inspiró su nombre. Desde pequeño había recibido educación en valores patrióticos, lo que lo llevó a ingresar al Liceo Militar. “Se adaptó muy bien porque él pertenecía a lo que llamaba «los inferiores», y consideraba que al pasar de año ascendía a una posición «superior»”.
“Ahí comienza a situarse la ideación delirante. Cuando fue avanzando, notó que el ordenamiento del liceo estaba roto: creía que al ascender debía adquirir un estatus y un poder que no tenía”, relató.
Eso lo llevó a conflictos con compañeros, sobre todo con los más jóvenes, a quienes consideraba irrespetuosos. “Incluso me contó que presentó una nota pidiendo que restablecieran el sistema de castigos que ya no se aplicaba”, añadió.
Su hipótesis, explicó Reynoso, es que Kunz presenta una psicosis paranoica con un núcleo delirante que se manifestó en la adolescencia. Sin embargo, aclaró que esto no significa que no comprendiera sus actos. “Entiende la criminalidad de sus acciones y el proceso que afronta”, dijo antes de que se conociera el fallo.



