Jésica Balmaceda denunció casi 40 veces a su ex pareja por violencia de género, lo llevó a juicio oral y público y Néstor Anchával ya está libre, con una condena que no está firme. La mujer advirtió públicamente que su vida corría riesgo, se mudó unas seis veces con sus cuatro hijos; la semana pasada le pintaron una frase en la puerta de su casa, que decía "Te tengo" –algo que ya le habían hecho–, y este martes sufrió un secuestro exprés, en el que la maniataron, la golpearon y la arrojaron al lado de una zanja, en Colombia al 2200. En un acto de valentía, ella oprimió el botón de pánico que tiene a disposición y, según testigos, por ese motivo la liberaron del auto en el que estaba. 

¿Qué más debe hacer para una persona que desea vivir en paz? Jésica se cansó de escaparse de Anchával. Se cansó de escaparse de su vida, de vivir con una mochila para que ante una eventual aparición de su ex pueda salir con las pertenencias que necesita para el día a día. Denunció. Lo hizo decenas de veces y ante las instituciones que fueron necesarias. Lo único que pedía era libertad, algo que no conoce desde hace años. 

Estuvo hasta ayer a la noche internada en el Heca, donde luego firmó el alta voluntaria pese a que los médicos le sugerían que se quedara por su protección. Vive escapando. Sobrevive. 

El caso de Jésica es emblemático. No por ser el primero en materia de violencia de género en llegar a juicio en la provincia, sino por la cantidad de acciones que realizó ella en el lugar que debe ocupar el Estado para asistirla. 

Es probable que la historia de Jésica tenga complejidades que la mayoría no conoce, pero el mensaje que brinda a la sociedad en violencia de género pareciera ser que la denuncia no tiene, para el Estado, el valor que debería. Y en ese derrotero también es revictimizada.

Si un poder del Estado recibe una denuncia no puede ser que no pase nada con ella. Porque entonces, la desprotección es total. De hecho, desde el Instituto Municipal de la Mujer presentaron hoy ante la Justicia una serie de acciones para proteger a Jésica, algo que antes intentaron hacer, pero que por la complejidad del plan, la víctima desechó poner en marcha.

En todo el país no existen datos de la cantidad de casos de violencia de género que hay. La organización "Casa del Encuentro" es la única que brinda información sobre los femicidios a nivel nacional. En Rosario, como en todas las ciudades, no hay un sistema que sintetice la información de las intervenciones a una víctima.

Una mujer que es agredida, hoy, puede acudir a un centro de salud, a un Centro Territorial de Denuncias, a una comisaría, a la Fiscalía Regional Segunda Circunscripción, al Teléfono Verde. En todas esas instituciones considerarán al hecho como una intervención más. Esto produce la desprolijidad de que a ciencia cierta no se conozca cuántos casos únicos existen. Actualmente hay un total de "intervenciones" en lugar de víctimas identificadas.

Raquel Almada, la fiscal que se ocupa de violencia de género, señaló en Radio 2 que recibe 300 denuncias por semana. Lo que en realidad quiso decir es que hay 300 intervenciones en lugar de 300 casos únicos. 

El juicio de Balmaceda tuvo una pena de 3 años de prisión efectiva para el agresor, Néstor Fabián Anchával, en lugar de los 4 años y medio solicitados por la fiscal. Algunos organismos que siguieron de cerca el proceso cuestionaron la falta de consideración en algunas pruebas a la hora de la instrucción, como el listado de llamados que recibió la víctima, y apuntaron contra Almada. 

Jésica comenzó a denunciar a su ex pareja cuando todavía regía el viejo sistema procesal penal. Los años pasaron, las denuncias se duplicaron, el sistema cambió y su vida corre peligro como desde el primer día que recibió una agresión de parte de Anchával. 

Un dato viste al caso de Balmaceda desde los pies a la cabeza: ella ayer le pidió a la custodia fija que tiene en la puerta de su casa que no la acompañara a hacer los mandados –momento en el que fue interceptada por varios sujetos– y que se quedara apostada allí porque prefirió proteger a sus hijos que estaban en el domicilio. Un nuevo episodio sobre una historia conocida que termina con un final anunciado y triste.