El fiscal José Luis Caterina leyó este jueves la escandalosa imputación a dos policías del Comando Radioeléctrico (CRE), acusados de haber aplicado apremios ilegales, amenazado, robado dólares y privado ilegítimamente de la libertad –con empleo de violencia e intimidación– a un hombre de 32 años identificado en forma rutinaria la noche del jueves pasado, cerca de Francia y el río.
Los suboficiales Gustavo Blanco, de 32 años y oriundo de Rosario, y Ainara Velázquez, de 23, proveniente de Reconquista, fueron detenidos por personal de Asuntos Internos mientras estaban de servicio en el noroeste de la ciudad.
Tres días después comparecieron ante el juez Hernán Postma, quien, luego de escuchar el relato de la víctima y las evidencias, dispuso la prisión preventiva por 60 días, no sin antes ordenar un examen psiquiátrico a los uniformados. Ninguno profirió palabra en la audiencia y sus defensas también plantearon cuestiones de salud mental.
Todo comenzó en la noche del jueves 28 de agosto, mientras la víctima –identificada con las siglas F.C.– se dirigía caminando por Francia hacia los Condominios del Alto para cenar con amigos. En el cruce ferroviario de la línea Mitre, dos policías que se encontraban apostados junto a un móvil (el 11146) le dieron la voz de alto para una “identificación de rutina”.
Según indicó el fiscal, la suboficial Velázquez le ordenó a F.C. que pusiera las manos sobre el patrullero y que no se resistiera, mientras Blanco lo requisaba.
“F.C. les consultó por qué le estaban haciendo eso y los uniformados respondieron con golpes de puño en la cara y en el estómago, e insultos. Blanco lo tiró al piso y le aplicó una llave que oprimía su cuello y le dificultaba la respiración, mientras F.C., que comenzaba a sentir que se desvanecía, le pedía ayuda a la suboficial Velázquez, quien le contestó: ‘Callate, hijo de puta’”.
De acuerdo con el relato de la víctima –sustentado luego en un examen médico que constató lesiones–, el suboficial Blanco continuó con los golpes en costillas y estómago, además del ahorcamiento y amenazas como: “Hijo de puta, ¿qué pedís ayuda, la concha de tu madre? Te voy a matar”.
Al notar que F.C. se estaba desvaneciendo, el suboficial lo soltó para luego esposarlo y subirlo al patrullero. Los tormentos continuaron: le apretaron con fuerza los grillos mientras seguían los golpes.
Luego, con Blanco como chofer y Velázquez como acompañante, se retiraron a gran velocidad. El destino fue el callejón Iriondo al 100 –entre Salta y Jujuy–, en la ex fábrica Minetti. En ese lugar oscuro, la víctima escuchó al suboficial Blanco decir: “Si no te maté antes cuando te estaba ahorcando, te voy a matar ahora en un rato”.
El hostigamiento se volvió aún más intenso, según se desprende del relato de la víctima. Ambos policías se bajaron del patrullero; Blanco ingresó a la parte trasera del móvil, le comenzó a bajar los pantalones a F.C. –sin llegar a quitárselos– y lo conminó a descender.
“En ese momento, y ante el temor por su vida, F.C. manifestó que tenía dinero en su domicilio y que si lo llevaban hasta allí podría entregárselos”, continúa la imputación.
El desaguisado parecía no tener límites: Velázquez y Blanco le ordenaron que se vistiera y arrancaron hacia el domicilio de la víctima, siempre insultándolo y amenazándolo, diciéndole que “no la bata” y que, si lo hacía, “le harían un allanamiento”.
Velázquez, que retenía todas las pertenencias de F.C., le entregó las llaves. La víctima ingresó a su departamento, ubicado en Pellegrini al 1200, en el centro de la ciudad.
Todo el recorrido del patrullero quedó registrado en el GPS. Blanco le dijo a F.C. que tenía tres minutos para bajar con el dinero o, de lo contrario, sería “boleta”, según relató el fiscal.
Una vez adentro, presa de los nervios y temiendo demorarse, la víctima forzó la puerta de un placard cerrado con llave, rompiendo la cerradura. Tomó casi todo un ahorro de 30 mil dólares y bajó rápidamente, sin animarse a pedir ayuda a nadie.
Luego se acercó a la ventanilla del patrullero, del lado de la suboficial, e intentó entregar una suma calculada en 28 mil dólares. Sin embargo, los uniformados le ordenaron que volviera a subir y lo trasladaron a otro lugar. Según recordó la víctima, la próxima parada fue Pasco y Paraguay, donde entregó el dinero y finalmente lo dejaron retirarse.
La denuncia ingresó al día siguiente. Los registros del GPS del móvil 11146 del CRE coincidieron con lo narrado por la víctima y permitieron identificar a Blanco y Velázquez, cuyas características físicas eran compatibles con la descripción del denunciante. La mañana del 1º de septiembre, la dupla fue detenida en plena guardia.
Según la causa, en el domicilio del suboficial Blanco –en barrio Godoy– Asuntos Internos secuestró 12.300 dólares dentro de una bolsa de tela negra, semitransparente y con cierre, idéntica a la entregada por la víctima.
“Se ha podido corroborar coincidencia o gran similitud en los números de serie de los billetes hallados en el domicilio de Blanco con los que tenía la víctima”, agregó la Fiscalía sobre las evidencias que pesan contra los uniformados.
De acuerdo con testimonios, el joven quedó “traumatizado” y en estado de shock. Después de la pesadilla se animó a contar lo ocurrido solo a su círculo más cercano.



